Cada día se consumen en todo el mundo más de 80 millones de barriles de Brent y 7 millones de metros cúbicos de gas natural. Esta cantidad de combustible proviene de diferentes plataformas de extracción ancladas, en su mayoría, al mar. Este tipo de construcciones, las plataformas petrolíferas, tienen muchas peculiaridades que vamos a desvelarte en este artículo.
Estos elementos arquitectónicos se construyen mediante las tecnologías más modernas, que ayudan a combatir las inclemencias meteorológicas existentes en alta mar. Se estima que existen activas alrededor de medio millar de plataformas de extracción que, antes de llegar al agua, han estado unos 18 meses en los astilleros para fabricarse.
Cada plataforma petrolífera se asienta sobre gigantescas patas móviles que se clavan en la superficie marina. La cúspide está segmentada en varios fragmentos que se ensamblan en alta mar. Cada uno es remolcado desde los astilleros por varios barcos, un trabajo minucioso para no dañar ninguna pieza.
Montar todos los segmentos de las plataformas petrolíferas puede durar varias semanas. Una vez lista queda el último paso, la perforadora, el elemento principal con el cuál se escavan las diferentes capas de roca del mar hasta llegar a los pozos de petróleo o gas. La punta de la broca, valorada en 24.000 euros, está formada por varias cuchillas de diamante.
La broca de diamante lleva en su interior un sónar que muestra a los técnicos por dónde está taladrando. Este elemento es fundamental tanto para que la broca se dirija hasta las bolsas de combustible como para sortear las diferentes masas de agua a presión, que pueden estropear el sistema. Después de aparecer el gas o el petróleo, este se transporta hasta la costa a través de varias tuberías.
Cada plataforma tiene un precio que oscila entre los 105 millones y los 360 millones de euros y necesita 80 personas para que pueda funcionar. No obstante, normalmente suelen estar habitadas por varios centenares de trabajadores.
Fuentes de referencia
National Geographic “Plataformas petrolíferas”.
Romero-Requejo, S. (2012) “Vivir en una plataforma petrolífera”, La Razón.