Podría interpretarse que nos encontramos ante una señal de freno del mercado. Pero, como siempre decimos, el contexto es importante. También otros años (2021 entre ellos) en el mes de agosto se ha producido una pequeña interrupción en la tendencia ascendente. Es decir, existe un componente de estacionalidad asociada a una menor actividad en ese mes veraniego. En agosto del año pasado, el precio medio descendió un 0,4% mensual y luego retomó la senda ascendente. En esta ocasión, el contexto y las previsiones económicas a corto y medio plazo no son tan optimistas como lo eran en 2021, así que afrontamos con cautela la evolución del precio en los próximos meses.
Desde una perspectiva interanual, el mes de agosto deja un precio medio de la vivienda nueva y usada un 8,5% superior al de hace un año. Los grupos que muestran los mayores incrementos son las áreas metropolitanas y las localidades más pequeñas del interior peninsular y de la costa atlántica, que Tinsa agrupa en su estadística como ‘Resto de municipios’. En estas dos zonas los valores residenciales son más de un 9% superiores a los de agosto del año pasado.
Las islas son el mercado donde es más patente un cierto agotamiento en el recorrido alcista. En agosto, los territorios insulares muestran un incremento interanual del 3,5%. Baleares y Canarias iniciaron más tempranamente que otras zonas la recuperación tras el freno provocado por la pandemia: ya en el segundo trimestre de 2021 los precios de la vivienda en las islas crecían mientras que el resto de mercado, principalmente las capitales y áreas metropolitanas, no experimentaron mejora de forma clara hasta el segundo semestre del año. De ahí que el gap de variación de precios sea ya menor en las islas al estar comparándose con un escenario de precios alcistas, que, además, apenas se habían corregido a la baja por la pandemia.
A punto de comenzar la recta final del año la gran pregunta es qué esperar en los próximos meses en el mercado residencial. La respuesta es una previsible ralentización de la demanda de vivienda. No se espera un freno brusco, sino una moderación progresiva. Incertidumbre es la palabra clave.
Se mantienen esa interacción de fuerzas contrapuestas que ya identificábamos esta primavera. Por un lado, la subida de tipos de interés, que encarece la financiación, y la persistencia de una inflación elevada, que lastra el poder adquisitivo de las familias, actúan como freno de la demanda. Pero, por otro lado, el protagonismo del mercado de alquiler puede animar la inversión en vivienda (para explotar en arrendamiento), ya que es un activo refugio contra la inflación. La escasez de obra nueva contribuirá a contener los precios.
Escucha aquí la intervención completa sobre este tema de nuestra directora de Marketing y Comunicación, Susana de la Riva, en Capital Radio.