La antigüedad del parque inmobiliario nos da pistas sobre la eficiencia de los inmuebles. Las normas de edificación en vigor en cada periodo establecen requisitos y nos revelan los niveles de eficiencia energética. Aunque hubo varias normativas que regularon el sector de la edificación, como las Normas del Ministerio de Vivienda de 1957 y las Normas Básicas de la Edificación de 1977, no es hasta 2006, con el Código Técnico de la Edificación, cuando se elabora una normativa unificada y clara, con unos mínimos en materia de eficiencia energética. La última actualización de esta norma de 2006, que especificaba las bases que se habían planteado en 1999, endurece los requisitos para avanzar hacia los edificios de consumo de energía prácticamente nulo.
Según datos del Catastro, en España existen un total de 40 millones de inmuebles que incluyen todos los usos, siendo el residencial el mayoritario. Recordamos que en el Catastro no están incluidos los datos de Navarra y País Vasco, que cuentan con su propio registro administrativo. El Catastro contabiliza los inmuebles por décadas. La década del 2000 al 2009 fue en la que se construyó una mayor proporción de edificaciones (un 24%), seguida de la década de los 70, con un 15%. Solo un 4% del parque actual data de la última década, a partir de 2010.
De esos 40 millones de inmuebles que existen hoy, 25 (un 64%) se construyeron antes del año 2000, que podemos considerar el inicio de la década en la que aumentan las exigencias en materia energética. Y dado que la media nacional de inmuebles residenciales sobre el total es de un 61%, tenemos esos 15 millones de viviendas con más de 20 años de antigüedad.
En cuanto a las medidas pueden adoptar para mejorar su eficiencia energética destacan dos líneas: el aislamiento (de fachadas, cubiertas y ventanas) y la elección de las fuentes de energía para calentar el espacio interior.
La vivienda es la principal inversión de las familias y la importancia de alargar su vida útil y optimizar su estado es clara. Una rehabilitación energética, por pequeña que sea, supondrá una inversión inicial que se traducirá en un ahorro continuado durante las décadas siguientes. En las nuevas viviendas, el mayor coste inicial que suponen los estándares más exigentes revierte en un menos gasto en consumo en los años siguientes. En el caso de esos 15 millones de viviendas de segunda mano anteriores al 2000 existe un margen de mejora a través de rehabilitaciones de mayor o menor envergadura, que harán posible, además, que esas viviendas no pierdan valor frente la obra nueva.
En este audio, podrás escuchar la intervención completa de nuestra directora de Marketing y Comunicación, Susana de la Riva.